El Castil del Rey
Cuenta la leyenda que, allá por los años de Érase una Vez, el último rey musulmán de estos contornos serranos fue derrotado por los invasores cristianos. Y cuenta también que antes de partir despojado y humillado ocultó un fabuloso tesoro que era la memoria de su pueblo en lo alto de su más inexpugnable fortaleza, un castillo que no era obra de la mano del hombre, sino que había sido levantado de la osamenta del mundo por los propios djinns . Y cuenta otra leyenda que el rey moro había tenido amores en su juventud con la reina de los djinns , cuando en la noche de San Juan (en una noche de San Juan cada cien años, con Najwa al-Uzza sobre el nadir y entre los cuernos del Creciente) había atisbado a la dríade fuera de su palacio subterráneo de mil columnas, lavando sus cabellos en las raudas del Cabriel. Allí la llamó por su nombre, la besó y arrojó a la espuma la diadema maldita. Años después, cuando su amado partía al exilio para no volver, la Dama (a la que el rey había