Las canteras de mármol de La Cierva
En las proximidades de Cuenca, el mármol (o jaspe, como aparece en los documentos de época) se extraía históricamente de tres canteras: La Parra de las Vegas, Buenache de la Sierra y La Cierva. Las tres sobre caliza jurásica, entregaban un mármol de tonos rojizos, desde un color crema hasta un bermellón muy intenso. Su gran siglo fue el XVIII, en el que se explotaron para varios proyectos en la ciudad y especialmente en su principal monumento: la Catedral, donde se conservan magníficas obras suntuarias realizadas con mármoles de estas canteras, como la capilla del Sagrario o el Altar del Transparente.
Las Canteras de La Cierva cortaban veta a lo largo del barranco así llamado, de las Canteras, a dos kilómetros al sur del núcleo de población. Conservan restos importantes de la actividad, así como un buen número de piezas ya desbastadas pero nunca entregadas, como grandes piezas de sillar y, sobre todo, enormes fustes de columnas que nunca llegaron a destino. Desde aquí, las piezas eran enviadas en carros reforzados hasta Cuenca, por Tierra Muerta y Cotillas, bajando a Palomera por el Paso de los Carros.
Los comienzos del siglo XIX vieron progresivamente el final de este tipo de instalaciones. A las dificultades del periodo se unía la falta de maquinaria, de capitalización y los pésimos accesos.
Se puede llegar con cualquier vehículo hasta las proximidades, aunque desde el pueblo es un corto paseo. Los últimos 300 metros hay que hacerlos a pie, por un terreno muy pedregoso. Para más detalles de cómo acceder, preguntad en La Cierva, bonito pueblo para visitar, y de paso haced gasto.
Las Canteras de La Cierva cortaban veta a lo largo del barranco así llamado, de las Canteras, a dos kilómetros al sur del núcleo de población. Conservan restos importantes de la actividad, así como un buen número de piezas ya desbastadas pero nunca entregadas, como grandes piezas de sillar y, sobre todo, enormes fustes de columnas que nunca llegaron a destino. Desde aquí, las piezas eran enviadas en carros reforzados hasta Cuenca, por Tierra Muerta y Cotillas, bajando a Palomera por el Paso de los Carros.
Los comienzos del siglo XIX vieron progresivamente el final de este tipo de instalaciones. A las dificultades del periodo se unía la falta de maquinaria, de capitalización y los pésimos accesos.
Se puede llegar con cualquier vehículo hasta las proximidades, aunque desde el pueblo es un corto paseo. Los últimos 300 metros hay que hacerlos a pie, por un terreno muy pedregoso. Para más detalles de cómo acceder, preguntad en La Cierva, bonito pueblo para visitar, y de paso haced gasto.
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