Treinta, o pocos más, desaforados gigantes...
Molinos de viento de Mota del Cuervo y Campo de Criptana, en la más genuina de nuestras rutas manchegas. No deja de ser curioso (pero justo al fin y al cabo) que el sencillo artilugio que es un molino de viento se haya convertido, desde mediados del siglo XIX, en el emblema e icono universal de la mayor comarca natural española: la llanada manchega. En ello, por supuesto, Miguel de Cervantes tuvo mucho que ver. Cervantes, y el asombroso poder de los símbolos en el edificio de l conocimiento humano. Se ha hablado mucho sobre los orígenes del molino de viento manchego, desde la teoría que habla de un origen mediterráneo hasta la que defiende una procedencia centroeuropea. Seguramente, como suele ocurrir casi siempre en estos casos, el molino de la Mancha sea en definitiva un híbrido entre ambas. Sobre los años en que aparece, parece claro que los primeros ingenios son bajomedievales, aunque los molinos de viento se multiplican por toda la comarca en una circunstancia climá