Ferrata del Estrecho de Priego
Las vías ferratas son algo a la vez muy antiguo y muy nuevo. Muy antiguo porque en montaña, desde hace siglos, los pasos comprometidos frecuentados con asiduidad se han equipado para facilitar el paso cotidiano. Entonces los que recorrían tales vericuetos solían ser pastores camino de los pastos de veranada, cazadores de gamuzas e incluso tropas de montaña, cuando las fronteras que se trazaban sobre plano en alguna remota cancillería recorrían sobre el terreno parajes sólo para las águilas. Estas vías equipadas tradicionales solían ser (y son) rudimentarias en extremo, con el mínimo material (a menudo ni siquiera metálico) y para un personal bien curado de espanto. En el Atlas marroquí queda alguno de estos "caminos de pastores", a base de madera de sabina y enebro empotrada en las fisuras del esquisto, que ponen los pelos como escarpias al más bragado montañero. Eso sí, luego de madrugada toda la aldea de abajo (bereberes montañeses de pura cepa) se pone en march