La Fuente de Sotoca
Es curioso, pero últimamente no hago más que darle vueltas al asunto de las fuentes romanas. Así que ayer por la tarde aparecí por la diminuta población de Sotoca (donde viven 10 ó 12 habitantes permanentes) a ver esta pequeña maravilla. A veces para que el patrimonio se conserve y atraviese un verdadero océano de tiempo lo único que necesita es estar en mitad de ninguna parte y que lo dejen en paz. Y si de vez en cuando le encasquetan una pequeña reparación, pues ya tenemos la receta completa de la pervivencia.
La fuente romana de Sotoca tiene la misma tipología que alguna otra de la provincia de Cuenca, como la de las termas de Ercávica o la de Alberca de Záncara. El agua brota directamente del subsuelo, en una pequeña alberca cubierta por una magnífica bóveda de cañón de sillería. Sumergido en el estanque, un banco corrido recorre todo el perímetro, haciendo posible en su día tomar sentado las aguas. Un pilar sostenía la escalera de bajada, y a la derecha un desaguadero vuelca el excedente a un pilón exterior de factura moderna.
Apenas lleva caudal en estos días, después del verano y de un comienzo de otoño tórrido. Es una pena porque recuerdo haberla visto corriendo con alegría, con el agua naciente formando pequeñas ondas en la superficie del agua. Eso sí, nada de los furiosos borbotones del manantial de La Isabela.
Por cierto que Sotoca me ha sorprendido gratamente, pues ahora se ve un mantenimiento, un aspecto general y un cuidado que, en la debacle sufrida en las últimas décadas con la Despoblación (así, con mayúsculas, porque será fenómeno histórico mayúsculo que se estudiará en las aulas) brillaba por su ausencia. Es una pena que las inversiones que está recibiendo ahora (bienvenidas sean) no lo fuesen en los años 60. Y también es una pena que el tesón actual de sus vecinos porque su lugarejo no se muera no lo tuviésemos entonces, cuando el espejismo urbano y el menoscabo del medio rural hicieron un daño irreversible a tantos de nuestros pueblos.
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