Alif, Lam, Mim. En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Decía una antigua jráfa andalusí, que aún hoy se cuenta en Yamal el-Fnàa y antaño se recitaba en los patios de Sevilla, que el Omnisciente, en su obra de la Creación, se reservó Al-Andalus para el final, la tierra del Extremo Occidente, ya que habría de ser su niña bonita, la predilecta. Ninguna porción de este mundo hizo con más cuidado el Todopoderoso, ninguna más hermosa y abundosa, ninguna más parecida a la Ÿanna , ninguna tan concedida de toda gracia y dádiva… salvo la del buen gobierno. Y en estas andaba el Originador (Alabado Sea) cuando le tocó modelar, cual alfarero inconmensurable, el centro de su tierra bienquerida. Y he aquí que elevó arrecifes y corales del fondo del mar y los esculpió y los hizo montaña, pero con sutileza y exquisitez supremas, y luego los fecundó de aguas y ríos, hizo explotar la vida por doquier y envió djinns para que cuidasen de su obra. Y así surgieron las sierras